Crónicas de Domingo de Ramos
A las 11.30 nos encontramos otro año más en el Colegio de Médicos. Entre risas, abrazos, anécdotas y alguna que otra lágrima en AMENcarnación nos preparamos para acompañar por Sevilla al Señor del Porvenir.Y es que el Porvenir tiene algo especial, será la luz de un sol que brilla como ningún otro día, será ese mar de capas blancas, será ese barrio engalanado para la ocasión, será las caras de esos niños que ven sus primeros nazarenos, será el retumbar de los tambores por Río de la Plata en el pasacalles, serán tantas cosas.
Entre las primeras gotas de sudor y nervios, Nuestro Padre Jesús de la Victoria se asoma a Sevilla con sus mejores galas, arrancando las primeras lágrimas de un Domingo de Ramos único.
Suena la caja, un solo toque de tambor para que se interprete el himno por antonomasia del Domingo de Ramos. Nuestro Padre Jesús de la Victoria avanza con la marcha que lleva su nombre. Su andar imponente y elegante roba de nuestro corazón los más profundos recuerdos de otros Domingos de Ramos pasados.
A la ida, a pesar de las altas temperaturas, disfrutamos tras el Señor del Porvenir con nuestros sones más clásicos, creando momentos inolvidables a lo largo del Parque de María Luisa, Avenida de Palos de la Frontera, Puerta de Jerez y Avenida de la Constitución.
Una vez llegados al Arco del Postigo, la Hermandad de la Paz presenta a Sevilla a su imagen titular. El paso de misterio provoca uno de los grandes alardes de elegancia con un conjunto de marchas dedicadas a la hermandad.
Cumpliendo su horario como siempre, realizamos la Carrera Oficial y una vez que salimos de la Catedral descubrimos el lado más tierno, romántico y bello de la jornada.
Con un paso ya más lento, levantándose las primeras brisas de la tarde y con unos músicos que disfrutan cada compás detrás de esta bella imagen, Nuestro Padre Jesús de la Victoria regresa a casa. Lo hace como siempre, arañando segundos al Alcázar, flotando por las masas en la Puerta de Jerez y llegando atardeciendo al Parque de María Luisa.
No quiere irse, el Señor del Porvenir quiere volver a casa, pero no quiere irse de Sevilla, por el parque alarga su estancia pidiendo el suspiro de unos árboles que encapotan el cielo, robándole a la luna una de las estampas más majestuosas del Domingo de Ramos.
Y llegó al barrio, como durante la mañana, el barrio lo espera paciente, sin querer que corra. Marcha tras marcha disfrutamos del andar más tierno y parado del misterio. El recorrido va llegando a su fin, las gotas de sudor se cambiaron por lágrimas, los primeros nervios ya se disiparon y como siempre, la luz tenue imprime a la entrada de Nuestro Padre Jesús de la Victoria un recogimiento casi inimitable.
Todo llegó a su fin. Como cada año, numerosos costaleros y hermanos se acercan para mostrarnos todo el cariño que sienten por AMENcarnación. No pertenecemos a la Hermandad de la Paz, pero somos Hermandad de la Paz, nos sentimos parte de ella. Gracias por este vínculo creado hace 14 años.
Y es que el Porvenir tiene algo especial…